jueves, 28 de mayo de 2015

Visita a la embajada americana

Todavía no me puedo explicar cómo pasa el tiempo tan rápido, pero ya estamos en mayo. Casi sin darnos cuenta llegó el día en que nos tocaba viajar hasta la Embajada Americana para tramitar el visado que nos permitirá permanecer en el país 10 meses,  así que a alrededor de las seis de la mañana nos reunimos en el aeropuerto gran parte de los somnolientos becarios. Ni siquiera la estrategia de quedarse a dormir en Santiago nos salvaba del madrugón a los que lo intentamos.
Una vez se hubo saludado la mayoría y tras la localización de aquellos que se habían perdido 5 meses de inagotable charla en el grupo de WhatsApp, con los billetes repartidos comenzamos a embarcar. Vuelo rápido para llegar a Madrid a primera hora, y desde ahí buses al edificio de la embajada.
Según bajamos nos recibió un amable agente que, arma en mano, nos instó a colocarnos en fila al otro lado de la acera. Debió de apiadarse de nuestras caras de pánico, porque nos empezó a dar conversación y así descubrimos que era de Lugo. Nuestras prisas anteriores porque "íbamos justos de tiempo" se convirtieron en 40 minutos de espera frente al edificio pasando frío y organizando el papeleo (vale, puede que también sacando fotos con el cartelito del muro).


Alex, yo, Adri, Elena, Andrea, Area y Pablo
Acto seguido entramos en el edificio en pequeños grupos y salimos en seguida, puesto que el trámite en sí llevaba bastante menos que toda la preparación anterior -eso si se obvian un par de incidentillos como que te devuelvan el pasaporte que debería permanecer allí o que salgas a la calle antes de hacer tu entrevista, que para algo somos de los 75 mejores expedientes de Galicia y hay que demostrarlo-. Para ocupar el resto de la mañana fuimos a un hotel cercano, donde nos cebamos nos dieron un tentempié y tuvimos un rato para estar todos juntos. Allí llegaron más tarde otros exbecarios que se quedaron con nosotros para resolver nuestras dudas. Observar cómo el tipo de preguntas había variado tras tantas semanas de espera, preguntas, nervios y para algunos la alegría de tener la familia daba pie a reflexión. Si ya podemos advertir que hemos cambiado ligeramente desde el 5 de enero, no soy capaz de imaginarme a las personas totalmente nuevas que se bajarán de un avión en Barajas en junio del 2016.
Clara, Adri, Alex, Marta y yo
Sobre la una tocaba marcharse, y pusimos rumbo de nuevo al aeropuerto que nos despedirá en no mucho tiempo. Cuando finalmente alcanzamos nuestra puerta de embarque  (la nosecuantosK, qué bonito es vivir en sitios pequeños) tuvimos algo de tiempo libre, suficiente para ir hasta una cafetería y sentarnos 15 minutos a pasar el sofocón causado por el precio del zumo de naranja. El vuelo de vuelta se podría resumir en fotos de becarios vencidos por el sueño, pero por respeto hacia los mismos obviaremos esta parte. Dejémoslo en que fue un buen día en el que se confirmó que hay mucha gente genial en el grupo, tanto los que ya conocía de antes como los que vi por primera vez. Al día siguiente fue mi cumpleaños, y que personas recién conocidas tuviesen algún detalle conmigo fue a la vez sorprendente y gratificante.

Aeropuerto a través, destino puerta de embarque
El avión antes de la sobadiña
Tras días como este somos un poquito más conscientes de que aquello que solicitamos al principio del curso es real, que por increíble que parezca va a suceder y se nos viene encima enseguida, da igual si estamos preparados para ello o no. Lo que importa es disfrutarlo, y eso hasta ahora ya ha salido bien. Esto es todo por ahora; seguramente la próxima entrada reflejará una versión completamente distinta. ¡Gracias por leer!